Soy capaz de comerme una cesta llena de moras,
frambuesas y arándanos en menos que canta un gallo.
Cuando era pequeña, cada vez que mis padres me
llevaban al campo, me dedicaba a recorrerme todos los caminos hasta
que encontraba una morera y me zampaba todas las moras que
había en ella. Así, sin pensármelo siquiera. Y volvía con mis
consanguíneos con las manos pringosas y la boca morada a más no poder. Y con más
de un arañazo de mis aventuras en los zarzales...
Y al cabo de los años sigo siendo igual:
- Que me voy de vacaciones y veo una morera:
Miiiguel, para, ¡para!, ¡paaaaara!!!!, ¡moras!!!! Y Miguel, para... Para porque me conoce y porque sabe que si para y cojo mis moras, le
perdonaré todos sus defectos el resto de mi vida (o al menos eso le
hago creer).
- Que me voy al camino de Santiago: recojo todas
las moras habidas y por haber en cada etapa y me pongo morada (valga
la redundancia). Y a mi paso por las aldeas le compro
frambuesas a toda aldeana que se tercie.
- Que voy al chalet de mi suegro: Paaaaaco, ¿vamos
a ver si hay moras? Y, a pesar de que el pobre hombre sabe de sobra
que ya no queda ni una, allá que me lleva a mí a por moras y lucha
contra zarzas y matorrales tipo Indiana Jones en su última cruzada
hasta que me consigue las dos últimas tristes moras que quedan en
toda la zarza.
TOTAL, que resumiendo, hacia ya mucho tiempo que no trasteaba yo con frutos del bosque en general, y con frambuesas y moras en particular (de los arándanos no hace tanto). Así que, ¡a frutear se ha dicho!
El bizcocho:
La receta es del libro de Alma Obregón "Objetivo
tarta perfecta", un poco tuneada.
Para dos moldes de 18 cm.
- 200 ml. de aceite.
- 200 gr. de azúcar.
- 200 gr. de harina.
- 2 cucharaditas de levadura.
- 4 huevos.
- 1 cucharadita de extracto de vainilla.
- Un puñado de moras.
- Un puñado de frambuesas.
- Un puñado de arándanos.
Precalentamos el horno a 180 ºC y engrasamos
los moldes.
Batimos el aceite, el azúcar y los huevos. Incorporamos la harina y la levadura tamizadas y batimos a velocidad
baja. Añadimos el extracto de vainilla y mezclamos hasta que la
masas sea homogénea. Añadimos los frutos rojos previamente enharinados y vertemos en los moldes. Horneamos 25/30
minutos.
Para el relleno y decoración:
- 250 gr. de queso mascarpone.
- 60 gr. de queso para untar.
- 100 gr. de azúcar glas.
- 200 ml. de nata fría con más del 35% de materia
grasa.
- 2 cucharadas de gelatina de frambuesas.
- Frutos del bosque.
Batimos los dos quesos junto con el azúcar. Incorporamos la nata, batimos y añadimos las dos cucharadas de
gelatina hasta que monte y tenga una apariencia consistente.
Reservamos en la nevera hasta que la usemos.
¡Y montamos!
Cortamos los bizcochos en dos partes iguales y rellenamos cada piso con la crema mascarpone a tuti pleni hasta la última planta. Decoramos con más frutos del bosque y ¡ole!, ¡ya la tenemos!.
Ya le tenía yo ganas a una tarta de estas: ¡desnuda vamos! Y la verdad es que me ha encantado (siempre he sido muy liberal yo...) y a los comensales también (también han sido muy liberales siempre...).
Besazos a mogollón:
Eva.
Que buena pinta soy javi
ResponderEliminarUffff tiene una pinta impresionante... qué pena no poder darle un bocadito!!
ResponderEliminarMuchas gracias Mery! te lo mando virtualmente! :-) un beso!
Eliminar